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viernes, 25 de octubre de 2013

Una cita con el Doctor J.


Como el dicho apremia: "hay historias que merecen ser contadas", y la de Julius Erving es una de ellas. Tal vez uno de los mejores jugadores en la historia del baloncesto que se convirtió en leyenda, y en este artículo descubriremos cómo. Bienvenidos a la cita con el Doctor J.
Julius Erving nació en 1950 en la localidad de Long Island (New York). Su padre murió en un accidente de tráfico cuando él sólo tenía 9 años y su madre se pasaba el día trabajando para mantener a su familia, mientras Julius se encargaba de cuidar a su hermano pequeño Marvin.

En aquellas tardes bajo los rascacielos de la Gran Manzana, el pequeño Julius observaba desde su ventana las canchas del 'Campbell Park', donde decenas de niños jugaban al baloncesto. Sin embargo, la lluvia era un impedimento constante para jugar en las canchas de la calle, por lo que el joven Erving y un amigo se presentaron en la iglesia del barrio para jugar en el equipo de baloncesto, conocido como el "Ejército de Salvación". "Julius y yo éramos los dos únicos afroamericanos del grupo, pero éramos niños y no notábamos el racismo" recuerda Archie, amigo de Erving.
Julius Erving ya empezaba a destacar por su condición física, medía 1'90m pero saltaba como los ángeles. Pasó a jugar al Instituto Roosevelt donde sería apodado con un mote que sería su marca para toda la vida: 'The Doctor', pero ¿cómo surgió el mote? Leon Saunders, compañero de equipo, lo recordaba así: "En la cancha yo hacía ver que sabía todas las reglas. Julius me llamaba 'El profesor', y yo le decía ¿Y tú qué sabes? Tú discutes conmigo...¿Qué eres?...¿El Doctor?". Aquella broma entre colegas dejaría un legado para la historia.
Los años de Instituto llegaban a su fin, y Julius no encontraba acomodo para jugar en ninguna Univesidad, de hecho sólo un ojeador se interesó por el joven de Long Island. Finalmente, recibiría una llamada para jugar en la Universidad de Massachusetts, donde daría un paso de gigante en su proyección.
Tristemente, en su periplo universitario perdería a otro de sus seres queridos. Su hermano Marvin, que enfermó de lupus, fallecía a los 16 años. Fue un duro golpe para su hermano mayor, aquel que durante años le había cuidado. Julius rememoraba: "A partir de ese momento, no se enfrentarían  a un sólo jugador en la cancha. Llevaría conmigo el espíritu de mi hermano en cada partido".
En el tercer año de universidad creció del 1'90 al 1'98 y promedió la friolera de 27 puntos y 20 rebotes por partido. Sin embargo, Julius no podía exhibirse en esos partidos, por aquel entonces la NCAA (Liga Universitaria) prohibía el mate, y fue en la famosa cancha del 'Rucker Park' donde el joven Erving pudo lucir todo su repertorio.
En los veranos, el famoso parque neoyorkino organizaba los torneos de baloncesto con los mejores jugadores callejeros del país. Por allí habían pasado gente de la talla de Wilt Chamberlain o Connie Hawkins, e iba a ser la graduación perfecta para Erving. Mate tras mate, alley-opp tras alley-opp, Julius reunió  la mayor multitud en la historia del Rucker. Había gente subida a las ramas de los árboles, desde los puentes o tejados de las casas, todo el mundo quería ver a la joya de New York. Le apodaban "La Garra", "El Moisés Negro" o "El Halcón" hasta que un día se acercó al comentarista del Rucker y le dijo "Eh, si me tienes que llamar algo, llámame The Doctor". Ahora los jóvenes espectadores clamaban "The Doctor operará esta noche".
Así recordaba Tom Hoover, ex-jugador de los New York  Knicks, sus encuentros con Erving: "En una ocasión, yo le cubría e hizo un mate tan fuerte que el balón me golpeó la cabeza, los dientes se me cayeron al suelo y el publico rugió. Tuve que recogerlos del suelo y volver a meterlos en la boca. Eso ayudó a aumentar su reputación".
A principios de los '70 coexistían dos ligas profesional de baloncesto en Estados Unidos: la ABA y la NBA. El conflicto entre las dos era mayúsculo, la primera era el espectáculo puro, con un balón tricolor característico, animadoras que amenizaban los tiempos muertos y todo tipo de circo para el aficionado. Era la liga preferida para muchos. La ABA quitaba jugadores a la NBA fichándolos directamente del instituto o en los primeros años de Universidad, precisamente fue  así como Julius Erving pasó a formar parte de los Virginia Squires de la ABA en 1971.
La NBA no se iba a conformar, y año tras año presionaba para hacerse con los servicios de Erving, toda una estrella de la liga, pero a la que muchos no habían visto aún. El problema de la ABA era que los partidos no se televisaban, o ibas a la cancha a verlo en directo o apenas te enterabas. Todo se transmitía de boca en boca, y la leyenda del Doctor iba acrecentando de ese modo.
En 1973, Earl Foreman, dueño de los Virginia Squires, traspasaba a Julius a otro equipo de la ABA: los New York Nets. Erving volvía a casa, y convertiría al equipo en favorito al título. "Estaba de vacaciones en Maryland con mi mujer y los niños y recibí una llamada preguntándome si podía volver a New York, pregunte '¿Qué pasa?. 'Hemos conseguido a Dr.J' me respondieron. '¡Estaré ahí en 10 minutos!' dije " recordaba entusiasmado Kevin Loughery, entrenador de los Nets.
Julius Erving era el más molón de la Liga. Su pelo afro, sus cadenas, su forma de vestir... era el hombre del momento. "Se convirtió en una figura de culto. Adonde quiera que fuese, sólo querían ver a Julius" contaba Rod Thorn, técnico asistente de los Nets.
En aquella primera temporada con los Nets ganó el campeonato y el MVP. Su influencia en el equipo era total, "En un partido mi entrenador me dijo: '¿Sabes qué? Tenía este plan para el partido, y no funciona. Tienes que hacer algo' " contaba el propio Julius sobre aquellos años.
La temporada siguiente volvió a ganar el MVP, pero la ABA empezaba a agonizar. La NBA se posicionaba como la única liga en el país. La solución para la ABA pasaba por fusionarse o desaparecer. De hecho, era Doctor J. el que mantenía la maquinaria de la liga a flote. En 1976, la liga se redujo a 7 equipos. En esa temporada, Julius consiguió su tercer título de máximo anotador, su tercer MVP y un nuevo campeonato. Ese mismo verano, la ABA no tuvo más remedio que fusionarse con la NBA, que absorbió cuatro franquicias, entre las que estaban los Nets.
Sin embargo, el equipo de New York no pasaba por un buen momento económico y se vieron obligados a traspasar a Erving a Philadelphia 76ers, que iba a ser su nueva casa durante los próximos diez años.
El fichaje de Julius Erving por la NBA le llevaría a otro nivel. Por fin todo el mundo podría ver sus hazañas por la televisión, aunque la liga no pasaba por un buen momento en cuanto a jugadores y espectáculo por lo que Doctor J. se puso manos a la obra para revitalizar el espíritu de la mejor liga de baloncesto del mundo.
"Bueno, no necesitamos a estos tíos porque no juegan el verdadero baloncesto" clamaban las voces más críticas sobre la llegada de los jugadores ABA a la liga. Sin embargo, fue todo un impulso para la NBA. "Volvías al instituto y les decías a tus compañeros: ¡¿Visteis eso?! ¿Lo visteis?; Ni siquiera te acordabas del resultado, ¿Viste las jugadas que hizo? " recordaba entusiasmado Magic Johnson sobre la espectacularidad de Doctor J.
Su nuevo equipo, los 76ers, era un conjunto plagado de estrellas. Contaban con jugadores como Doug Collins, Darryll Dawkins o George McGinnis. "En nuestro equipo, el primero que la cogía, tiraba. Jugábamos baloncesto callejero" decía Dawkins. Y fue Erving el que se sacrificó cambiando su forma de jugar para ser más generoso por el bien del equipo, aunque no sería suficiente.
En 1977 llegaban a la Final donde se enfrentaban a los Portland Trail Blazers de Bill Walton. Con una ventaja de 2-0 en la eliminatoria, todo parecía cantado para los Sixers, pero una pelea en el segundo partido fue el punto de motivación para los de Oregón. "Portland lo uso para unirse como equipo, mientras que nosotros nos separamos" recuerda Doug Collins. En el sexto partido, con los Sixers al borde la eliminación, tenía que aparecer la figura del Doctor y así fue: anotó 40 puntos en el partido. Sin embargo, con uno abajo en la última posesión deberían anotar para no perder el título. Sorprendentemente, el entrenador de los Sixers dio la bola a George McGinnis para tirar el último lanzamiento, que erró. Los Blazers se proclamaban campeones de la NBA y nadie entendía que no se la hubiese jugado Erving. El título se alejó, pero la popularidad del jugador seguía en ascenso.
"Los partidos contra Doctor J eran como Woodstock" recuerda Bill Walton. El de Long Island ya no tenía el pelo afro, pero no sería sumiso al mito de Sansón, y en 1980 se plantaban de nuevo en la Final de la NBA, donde se encontrarían con un inmenso novato que recaló ese año en los Lakers. Magic Johnson ganaba la Final para el equipo angelino mientras que los Sixers volverían a saborear el fracaso.
La temporada siguiente, en 1981, Julius firmó una campaña espectacular convirtiéndose en MVP de la temporada. Sin embargo, igual que Magic un año antes, otro de los iconos que dominarían los '80 se cruzaría en su camino: Larry Bird y sus Boston Celtics apearon del camino del título a los de Philly. La historia se repetiría en 1982, donde caerían de nuevo ante Los Angeles Lakers en la gran Final.
Las voces más críticas empezaban a caer sobre Doctor J: "Al final, si ganas un campeonato como jugador de la NBA estará contigo para siempre, si no, siempre serás visto como un perdedor". Pero la mayoría coincidían en que "No es cuestión de lo bueno que eres, es cuestión de lo bueno que es tu equipo" y  que "no puedes tener sólo a un tío, necesitas algo de ayuda". Dicho y hecho, ese verano los Sixers fichaban a Moses Malones, uno de los jugadores más dominantes de la liga y que además se complementaba a la perfección con Erving.
Con esa dupla de oro, los Sixers firmaron el mejor récord de la temporada 1982/1983 y llegaban a la Final donde tendrían su oportunidad de revancha frente a los Lakers. "Nunca he visto a todo el país animando a un sólo tío, por lo que había sido para la liga y lo que había hecho por el baloncesto" decía Magic sobre aquel duelo. El tiempo por fin fue justo con El Doctor J y conseguiría su ansiado título: "Fue un gran alivio. Como un ladrillo que estaba sobre tu cabeza esperando a golpearte, y de repente  ya no estaba allí".
Después de subir a la cima, Julius Erving notaba como el tiempo iba desgastando su físico y en el Otoño de 1986 anunciaba públicamente que esa sería su última temporada como jugador de la NBA. Así, por cada pabellón al que iba a jugar recibía un merecido homenaje. Todo el mundo pudo agradecerle tantos años de espectáculo.
Una vez retirado las siguientes generaciones le rendían pleitesía: copiaban sus movimientos, imitaban sus gestos... De hecho, él fue el jugador referencia para el que después se convertiría en uno de los mejores de la historia, superando a su maestro, Michael Jordan.
"Cambió el juego de una forma en la que mucha gente no se dio cuenta. Como ejemplo, si alguna vez has oído a Michael Jordan, él siempre dice que admiraba e intentaba ser como Doctor J. Por lo tanto si no existiese Doctor J, Mike no tendría a nadie a quién admirar, así que no tendríamos a Mike o a tíos como yo que le admiramos" declara LeBron James.
Ya fuera del ámbito baloncestístico, el apellido Erving volvería a ser noticia. En el año 2000, la tragedia se colaba de nuevo en la vida del Doctor J cuando su hijo Cory, de 19 años, fallecía en un accidente de coche. Su hijo fallecía a la misma edad que tenía él cuando perdió a su hermano. Todo le era tan similar, aunque a la vez tan doloroso. Aquel repentino golpe rompió los lazos con su esposa, incapaces de convivir tras el duro mazazo.
"Me gusta pensar que los mejores días de mi vida están por venir" declaraba recientemente Doctor J. .Julius Erving se ve en el espejo y mira hacia delante. El resto que lo ve, mira hacia atrás. Fue la superestrella más molona que jamás haya existido y el icono al que todavía se aferran tantos. "Él era la ABA. Revitalizó la NBA...Señoras y señores, Doctor J" fueron las palabras del speaker de los Nets cuando inmortalizaron su camiseta en el techo del pabellón.
Este es un pequeño homenaje a la memoria de un pionero que revolucionó el juego. "Ese hombre es amado universalmente. Este maravilloso artista que tenía el regalo definitivo: hizo feliz a la gente" añadía Bill Walton. Espero que "La cita con el Doctor J" les haya sido placentera.


La información de este artículo está recogida del documental "The Doctor" emitido por NBA TV.


Edu Salán                                                                                    25 Octubre 2013

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