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jueves, 21 de febrero de 2013

NBA: Cuando el dinero no da la felicidad


 Cada verano numerosos equipos se gastan cantidades astronómicas de dinero para confeccionar una plantilla que les lleve a ganar el campeonato.
La polémica ha resurgido esta temporada con Los Angeles Lakers. Jerry Buss, dueño del equipo angelino y recientemente fallecido, invirtió 100 millones de dólares para que sus Lakers volviesen a lo más alto, pero a falta de unos meses de competición el pobre Sr.Buss nos ha dejado viendo que su dinero no ha servido para ganar muchos partidos. El quinteto inicial de los de púrpura y oro tiene un valor de más de 86 millones de dólares repartidos entre Kobe Bryant (casi 28 millones), Dwight Howard (19 millones), Pau Gasol (19 millones), Steve Nash (casi 9 millones) y Metta World Peace (7 millones). Por el momento, queda claro que el dinero no compra la felicidad, pero los angelinos tienen un pequeñísimo margen para mejorar la temporada y hacer rentable el dinero de la familia Buss. Eso sí, las sensaciones no son muy halagüeñas.
Estos Lakers se suman a la lista de otros equipos que tras invertir cantidades enormes de dinero resultaron ser un auténtico fracaso. Y si no que se lo digan a los Blazers de Portland.
En la temporada 1999-2000, Paul Allen, co-fundador de Microsoft y dueño de los Blazers, se gastó 75 millones en una plantilla de lujo formada por conocidos jugadores como Scottie Pippen, Rasheed Wallace, Damon Stoudemire, Arvydas Sabonis o Brian Grant. Lo que en principio parecía un equipo destinado al anillo se convirtió en una utopía al perder en las Finales de Conferencia frente a los Lakers, que serían campeones liderados por Shaquille O'Neal y Kobe Bryant. Portland forzó el séptimo partido de esa serie e inexplicablemente perdió un encuentro que tenía ganado. Tal vez, tantos millones pesaron en la espalda de los jugadores.
No fue la única temporada que en Portland sobraba el dinero. En la temporada 2002-2003, Paul Allen gastó 105 millones de dólares para caer en primera ronda de Play Off frente a Dallas Mavericks. Los fans veían ilusionados cada verano los grandes fichajes del equipo, pero la ilusión se convertía en fracaso cada año.
Parece que al Sr. Allen le gustaba derrochar millones porque tan solo un año después volvieron a embarcarse en un proyecto multimillonario. En la temporada 2003-2004 invirtieron 83 millones de dólares para ni si quiera meterse en Play Off. Los Rasheed y compañía seguían chupando del bote sin ofrecer buenos resultados deportivos a cambio.
En Dallas, Mark Cuban, dueño de los Mavericks, conocido por sus excentricidades durante los partidos o fuera de las canchas, se gastó 105 millones de dólares en la temporada 2005-2006. Parecía que tanto dinero iba a dar sus frutos cuando se plantaron en las Finales con un 2-0 a favor, pero Dwyane Wade y sus Miami Heat remontaron la Final y privaron a los tejanos del título. Mark Cuban resarcido con la derrota, logró formar el equipo campeón en la 2010-2011, precisamente ante los Heat. Actualmente, la mala situación del equipo ha reavivado el bolsillo del Sr.Cuban, que declaró recientemente que "El Banco Cuban está abierto".
Si hablamos de derroches de dinero, en Nueva York se llevan el premio al equipo más caro de la historia de la NBA. Los Knicks de la 2005-2006 se gastaron más de 126 millones de dólares en una plantilla que se quedó lejísimos de los Play Off con un balance de 23 victorias y 59 derrotas. El que fuese campeón con los Pistons en los años '80, Isiah Thomas, demostró no ser la misma estrella en los despachos, y como General Manager de los neoyorkinos firmó contratos astronómicos a jugadores como Allan Houston, Stephon Marbury, Penny Hardaway, Jamal Crawford, Malik Rose, Jerome James o Eddy Curry. Todo el mundo quería ir a Nueva York para poder jubilarse con esos grandes contratos mientras en la pista no daban palo al agua.
Aunque no solo en términos colectivos el derroche de dinero puede ser un fracaso. Vamos con algunos jugadores que cobraron como grandes estrellas de la liga y resultaron ser un fiasco total.
En la Costa de Florida debieron ver en Rashard Lewis una calidad digna de muy pocos, y es que en la temporada 2010-2011 se convirtió en el segundo jugador mejor pagado de la liga con 20,5 millones de dólares por temporada. Esa barbaridad de contrato sería absorbido por Washington Wizards tras adquirir al jugador en un traspaso.
Precisamente, los Wizards contaban en sus filas con Gilbert Arenas, al que en esa misma temporada lo convirtieron en el noveno mejor pagado de la liga con casi 18 millones de dólares por temporada. Parecía que este sueldo estaba justificado, y es que Arenas era una de las estrellas de la liga, incluso All Star. Todo cambió a raíz de este contrato: las múltiples lesiones y los escándalos fuera de las pistas hicieron del base un auténtico fracaso, pero, eso sí, los 18 millones los cobró íntegros.
También llama la atención que Elton Brand, jugador de Philadelphia 76ers, sea el décimo mejor jugador pagado en esta temporada con más de 18 millones de dólares, algo totalmente desproporcional a su aportación en la cancha. Y más si lo comparamos con los 16,6 millones que cobra Kevin Durant o los 17,5 millones de dólares que cobra LeBron James, tal vez este último el jugador peor pagado en proporción a su rendimiento.
En cuanto a los españoles que están disputando la NBA, Pau Gasol es el mejor pagado con 19 millones, seguido por su hermano Marc con casi 14 millones, Jose Calderón con 10,5 millones, Ricky Rubio con 3,7 millones, Serge Ibaka con 2,2 millones (aunque la próxima temporada pasarán a ser  12 millones tras su renovación) y Víctor Claver con 1,3 millones.
Todo este sistema de salarios desproporcionados cambió en los últimos veinte años. Jugadores de la talla de Michael Jordan en sus primeros años en la liga o Larry Bird apenas cobraban dos millones de dólares por temporada en su época. En 1994, Magic Johnson se convirtió en el primer jugador en firmar un contrato de más de diez millones. Incluso uno de los mejores jugadores de la historia y máximo anotador de la NBA, Kareem Abdul-Jabbar, se embolsó 18 millones de dólares en sus veinte años de carrera. Algo que en la actualidad muchos jugadores lo consiguen en una sola.
La NBA iba evolucionando como negocio y el dinero llegaba en grandes cantidades. Por ejemplo, Shaquille O'Neal firmó en 1996 el primer contrato por más de 100 millones de dólares (fueron 122) en siete años para Los Angeles Lakers. Mientras que un año después,  Kevin Garnett firmó por 126 millones de dólares en otros siete años con Minnesota Timberwolves, hasta la fecha el contrato más grande de la historia de la NBA. Actualmente, el ala-pívot de los Celtics es el jugador que más dinero ha ganado jugando en la liga norteamericana.
Ahora como auténtica calderilla quedan los 12.000 dólares por los que George Mikan se incorporó a la NBL en 1946. Los sueldos siguen creciendo año tras año en la mejor liga de baloncesto del mundo.
Estos son ejemplos suficientes para comprobar que un equipo campeón no se hace a base de talonario. En cambio, encontramos ejemplos de equipos campeones que invirtieron grandes cantidades de dinero, sin ir muy lejos, los recientes campeones, Miami Heat, que hicieron grandes esfuerzos económicos para juntar en el equipo a tres grandes estrellas como LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. De hecho, los de Florida son ahora el segundo equipo que más gasta tras los Lakers con más de 82 millones de dólares en salarios.
Para explicar el fracaso de todos esos equipos y jugadores a los que se otorgaron sueldos excesivos y su rendimiento no fue el esperado se suele recurrir a la labor del dueño del equipo. Muchas veces, no es conocedor exhaustivo del baloncesto y aglutina en sus manos la labor de otros profesionales para confeccionar las plantillas, sustituyendo  la labor de los ojeadores o los managers deportivos . Otras muchas veces toman demasiados riesgos con apuestas que acaban siendo un fracaso. Un ejemplo es la gestión de Michael Jordan, primero como director deportivo de Washington Wizards y ahora como dueño de Charlotte Bobcats. El que fuese uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto no es ni la sombra de lo que nos enseñó en las canchas de todo el mundo , y es que sus sonados fracasos han marcado su corta carrera en los despachos.
Cerrando el artículo con la clásica pregunta: ¿El dinero da la felicidad? Al menos en la NBA hemos visto ejemplos que dan un rotundo "no" por respuesta. La NBA es un negocio, y ya sabemos que para algunos equipos no siempre es rentable.


Eduardo Salán                                                                             21 Febrero 2013

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