Sólo a un seguidor incondicional
de la liga le puede sonar familiar el nombre de este jugador. Shawn Respert pasó
sin pena ni gloria por la mejor liga del mundo durante cuatro temporadas. No
todos tienen el talento y la suerte para convertirse en superestrellas, y más cuando hay que lidiar una batalla bastante más dura que
luchar por un rebote o anotar una canasta. Es la historia de cómo la vida puede
golpearte incluso cuando estás camino de la cima.
Shawn Respert nació en Detroit en
1972. Tras sorprender en sus años de instituto, sería precisamente su estado
natal de Michigan quien viese al prometedor jugador bajo la camiseta de su
universidad. El escolta de 1,85m promedió 21 puntos en los más de 100 partidos
como 'Spartan'. Seleccionado para el primer equipo 'All-America' y nombrado
mejor jugador de su Conferencia, Shawn se posicionaba como una futura estrella
del baloncesto norteamericano y su nombre ya sonaba con fuerza para el Draft de
1995. ¿Qué se podía esperar de un tipo que se había colado entre los récords que
un tal Magic Johnson firmó décadas antes en Michigan? Sin duda, las
expectativas eran bastante grandes...
Portland Trail Blazers seleccionó
al jugador de Michigan en el 8º puesto, pero inmediatamente fue traspasado a
Milwaukee. Allí en Milwaukee el entrenador Mike Dunleavy anticipaba en él un
gran jugador: "Es un gran tirador y tiene un carácter fuerte", decía
Dunleavy. Sin embargo, aquella temporada fue desastrosa para Shawn. Menos de 5
puntos por partido en 13 minutos de juego. Nadie se podía explicar como aquel
chaval que tenía tanta facilidad para anotar, estuviese ahora arrastrándose por
la pista. Incluso el propio Shawn se sorprendía, pero un pequeño dolor de
estómago explicaría este bajón e iniciaría una dura batalla fuera de la cancha.
"Un día al levantarme sentí un bulto del tamaño de una canica en mi
estómago, y tan sólo un par de
semanas más tarde aquel bulto se había hecho más grande" dijo Respert.
Aquel joven que rozaba la fama como jugador NBA tenía cáncer de estómago.
"Vamos, no hay manera. ¡Tengo 23
años y estoy en la NBA!" se decía a sí mismo Shawn. Aquel verano de
1996 no sería uno de entrenamiento, sino de quimioterapia. Tres meses de duro
tratamiento que no dieron buenos resultados.
Sólo su entrenador Mike Dunleavy
y su compañero Eric Snow conocían la enfermedad del jugador. Ni su familia
tendría idea hasta meses después. Por supuesto, la NBA tampoco tenía
conocimiento alguno del calvario que estaba pasando uno de sus jugadores.
"No tenía ni idea en ese momento por
qué estaba jugando tan mal y no parecía ser él" reconoce Dunleavy tras
conocer el problema al que se enfrentaba su jugador.
En aquel verano, Shawn Respert
perdió 10 kilos de peso, pero su sueño de seguir en la NBA era lo
suficientemente fuerte como para no acabar con su esperanza. Y así lo demostró,
"Aunque sólo pudiese comer sopa y
galletas, fui el segundo máximo anotador de aquella liga de verano por detrás
de Ray Allen", recuerda Respert.
Justo cuando Shawn pensaba haber
pasado la enfermedad y poder recuperar el nivel, el cambio de entrenador en
Milwaukee frustró cualquier atisbo de optimismo. El nuevo entrenador, Chris Ford,
no contó con él en los dos primeros partidos de la temporada: "Aquello pudo conmigo. Me agotó como jugador
y cambió la forma en la que me concentraba", asegura Shawn años
después. "Me di cuenta de que lo que
hice en Michigan State fue más que un sueño hecho realidad. Desde entonces sólo
me importa mi salud y mi familia. La enfermedad me apartó de la mentalidad de
convertirme en un jugador de éxito, pero me ayudó a aprender a ser feliz",
remarca Shawn.
El fracaso baloncestístico se
tradujo en una ida y venida de equipos en los años siguientes. Toronto, Dallas,
otra vez Toronto y finalmente Phoenix. En aquellas temporadas se le conocía
como un 'jugador del montón'. "Me
mataba cada vez que me lo llamaban. Tenía muchas ganas de decir: 'Mira, esto es
con lo que he tenido que lidiar', pero en el deporte profesional la gente no
quiere oír excusas, incluso si se trata de un cáncer", recuerda el
jugador. "Tuve que tragarme mi
orgullo porque sabía que tendría tiempo de sacar a la luz mi historia una vez
que mi carrera terminase", concluye. Así lo hizo, en 2005, un lustro
después de dejar la NBA, Shawn reconocía en una entrevista para Associated
Press el cáncer al que se enfrentó en su etapa como jugador NBA.
El ahora exjugador Eric Snow y compañero
en Michigan State de Shawn fue uno de los primeros en conocer su situación.
"Hemos hablado de ello como si
fuéramos familia. Me alegró ver como hacía pública su historia, porque
verdaderamente fue una dura carga para él durante aquellos años", reconoce Snow.
Tras intentarlo cuatro temporadas
en la NBA, Shawn Respert acabó su carrera tras otros cuatro años en Europa. "Cuando me retiré estuve en depresión más de
año y medio. No hacía nada así que pronto me concentré en mi futuro y la
oportunidad de ser entrenador vino por sí sola".
No pudo demostrar ser un gran
jugador en la cancha, pero sus deseos de seguir ligado al baloncesto han
marcado su vida laboral. Tras ser el director de operaciones en la Universidad
de Rice y en la NBA D-League, Shawn estuvo trabajando como entrenador en
Houston Rockets, Minnesota Timberwolves, donde compartió enseñanzas con Ricky
Rubio, y actualmente en Memphis Grizzlies. Su sueño es ahora convertirse en
entrenador jefe de un equipo: " Todo
lo que tengo que hacer es sentarme detrás, cerrar el pico, escuchar y aprender.
Dentro de unos años tendré la oportunidad de hacer algo en la NBA y liderar a un
equipo. Estaré preparado", asegura Respert.
El baloncesto ha sido el
auténtico salvavidas para ganar una batalla que trasciende más allá de la
cancha y en la que Shawn se queda con todo el aprendizaje de este largo y duro
camino: "La vida es tan ajetreada
que no dedicamos tiempo en dar las gracias a nadie. En aquel tiempo me di
cuenta de todas las personas a las que tenemos que agradecer algo, y pude
hacerlo", afirma Shawn. Con energías renovadas, su posibilidad de
saltar de nuevo a la fama vuelve a ser una realidad. Ahora con traje y corbata
se ha convertido en uno de los referentes en el vestuario para motivar y
comprender a los jugadores: "Ahora
soy consciente de cuando un jugador necesita una pequeña ayuda. No sólo es ir
al gimnasio y hacer unos cuantos tiros a canasta. Me preocupo más por si la
cabeza del jugador está en el sitio adecuado", asegura Shawn.
Fuentes: Associated Press, ESPN, Michigan
State University, NBA Official Web Page.
Edu Salán 19 Noviembre 2014
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