Cada verano numerosos equipos se gastan cantidades astronómicas de dinero para confeccionar una plantilla que les lleve a ganar el campeonato.
La polémica ha resurgido esta temporada con Los Angeles Lakers. Jerry Buss, dueño del equipo angelino y
recientemente fallecido, invirtió 100 millones de dólares para que sus Lakers
volviesen a lo más alto, pero a falta de unos meses de competición el pobre
Sr.Buss nos ha dejado viendo que su dinero no ha servido para ganar muchos
partidos. El quinteto inicial de los de púrpura y oro tiene un valor de más de
86 millones de dólares repartidos entre Kobe Bryant (casi 28 millones), Dwight
Howard (19 millones), Pau Gasol (19 millones), Steve Nash (casi 9 millones) y
Metta World Peace (7 millones). Por el momento, queda claro que el dinero no
compra la felicidad, pero los angelinos tienen un pequeñísimo margen para
mejorar la temporada y hacer rentable el dinero de la familia Buss. Eso sí, las
sensaciones no son muy halagüeñas.
Estos Lakers se suman a la lista de otros equipos que tras
invertir cantidades enormes de dinero resultaron ser un auténtico fracaso. Y si
no que se lo digan a los Blazers de Portland.
En la temporada 1999-2000, Paul Allen, co-fundador de Microsoft y dueño de los Blazers, se gastó 75 millones en una
plantilla de lujo formada por conocidos jugadores como Scottie Pippen, Rasheed
Wallace, Damon Stoudemire, Arvydas Sabonis o Brian Grant. Lo que en principio
parecía un equipo destinado al anillo se convirtió en una utopía al perder en
las Finales de Conferencia frente a los Lakers, que serían campeones liderados
por Shaquille O'Neal y Kobe Bryant. Portland forzó el séptimo partido de esa
serie e inexplicablemente perdió un encuentro que tenía ganado. Tal vez, tantos
millones pesaron en la espalda de los jugadores.
No fue la única temporada que en Portland sobraba el dinero.
En la temporada 2002-2003, Paul Allen gastó 105 millones de dólares para caer
en primera ronda de Play Off frente a Dallas Mavericks. Los fans veían
ilusionados cada verano los grandes fichajes del equipo, pero la ilusión se
convertía en fracaso cada año.
Parece que al Sr. Allen le gustaba derrochar millones porque
tan solo un año después volvieron a embarcarse en un proyecto multimillonario.
En la temporada 2003-2004 invirtieron 83 millones de dólares para ni si quiera
meterse en Play Off. Los Rasheed y compañía seguían chupando del bote sin
ofrecer buenos resultados deportivos a cambio.
En Dallas, Mark Cuban,
dueño de los Mavericks, conocido por
sus excentricidades durante los partidos o fuera de las canchas, se gastó 105
millones de dólares en la temporada 2005-2006. Parecía que tanto dinero iba a
dar sus frutos cuando se plantaron en las Finales con un 2-0 a favor, pero
Dwyane Wade y sus Miami Heat remontaron la Final y privaron a los tejanos del
título. Mark Cuban resarcido con la derrota, logró formar el equipo campeón en
la 2010-2011, precisamente ante los Heat. Actualmente, la mala situación del
equipo ha reavivado el bolsillo del Sr.Cuban, que declaró recientemente que
"El Banco Cuban está abierto".
Si hablamos de derroches de dinero, en Nueva York se llevan
el premio al equipo más caro de la historia de la NBA. Los Knicks de la 2005-2006 se gastaron más de 126 millones de dólares
en una plantilla que se quedó lejísimos de los Play Off con un balance de 23
victorias y 59 derrotas. El que fuese campeón con los Pistons en los años '80, Isiah Thomas, demostró no ser la misma
estrella en los despachos, y como General Manager de los neoyorkinos firmó
contratos astronómicos a jugadores como Allan Houston, Stephon Marbury, Penny
Hardaway, Jamal Crawford, Malik Rose, Jerome James o Eddy Curry. Todo el mundo
quería ir a Nueva York para poder jubilarse con esos grandes contratos mientras
en la pista no daban palo al agua.
Aunque no solo en términos colectivos el derroche de dinero
puede ser un fracaso. Vamos con algunos jugadores que cobraron como grandes
estrellas de la liga y resultaron ser un fiasco total.
En la Costa de Florida debieron ver en Rashard Lewis una calidad digna de muy pocos, y es que en la
temporada 2010-2011 se convirtió en el segundo jugador mejor pagado de la liga
con 20,5 millones de dólares por temporada. Esa barbaridad de contrato sería
absorbido por Washington Wizards tras adquirir al jugador en un traspaso.
Precisamente, los Wizards contaban en sus filas con Gilbert Arenas, al que en esa misma
temporada lo convirtieron en el noveno mejor pagado de la liga con casi 18
millones de dólares por temporada. Parecía que este sueldo estaba justificado,
y es que Arenas era una de las estrellas de la liga, incluso All Star. Todo
cambió a raíz de este contrato: las múltiples lesiones y los escándalos fuera
de las pistas hicieron del base un auténtico fracaso, pero, eso sí, los 18
millones los cobró íntegros.
También llama la atención que Elton Brand, jugador de Philadelphia 76ers, sea el décimo mejor
jugador pagado en esta temporada con más de 18 millones de dólares, algo
totalmente desproporcional a su aportación en la cancha. Y más si lo comparamos
con los 16,6 millones que cobra Kevin Durant o los 17,5 millones de dólares que
cobra LeBron James, tal vez este último el jugador peor pagado en proporción a
su rendimiento.
En cuanto a los españoles que están disputando la NBA, Pau Gasol es el mejor pagado con 19
millones, seguido por su hermano Marc
con casi 14 millones, Jose Calderón
con 10,5 millones, Ricky Rubio con
3,7 millones, Serge Ibaka con 2,2
millones (aunque la próxima temporada pasarán a ser 12 millones tras su renovación) y Víctor Claver con 1,3 millones.
Todo este sistema de salarios desproporcionados cambió en
los últimos veinte años. Jugadores de la talla de Michael Jordan en sus primeros años en la liga o Larry Bird apenas cobraban dos millones
de dólares por temporada en su época. En 1994, Magic Johnson se convirtió en el primer jugador en firmar un
contrato de más de diez millones. Incluso uno de los mejores jugadores de la
historia y máximo anotador de la NBA, Kareem
Abdul-Jabbar, se embolsó 18 millones de dólares en sus veinte años de
carrera. Algo que en la actualidad muchos jugadores lo consiguen en una sola.
La NBA iba evolucionando como negocio y el dinero llegaba en
grandes cantidades. Por ejemplo, Shaquille
O'Neal firmó en 1996 el primer contrato por más de 100 millones de dólares (fueron 122)
en siete años para Los Angeles Lakers. Mientras que un año después,
Kevin Garnett firmó por 126
millones de dólares en otros siete años con Minnesota Timberwolves, hasta la fecha el
contrato más grande de la historia de la NBA. Actualmente, el ala-pívot de los
Celtics es el jugador que más dinero ha ganado jugando en la liga
norteamericana.
Ahora como auténtica calderilla quedan los 12.000 dólares
por los que George Mikan se
incorporó a la NBL en 1946. Los sueldos siguen
creciendo año tras año en la mejor liga de baloncesto del mundo.
Estos son ejemplos suficientes para comprobar que un equipo
campeón no se hace a base de talonario. En cambio, encontramos ejemplos de
equipos campeones que invirtieron grandes cantidades de dinero, sin ir muy
lejos, los recientes campeones, Miami
Heat, que hicieron grandes esfuerzos económicos para juntar en el equipo a
tres grandes estrellas como LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. De hecho,
los de Florida son ahora el segundo equipo que más gasta tras los Lakers con
más de 82 millones de dólares en salarios.
Para explicar el fracaso de todos esos equipos y jugadores a
los que se otorgaron sueldos excesivos y su rendimiento no fue el esperado se
suele recurrir a la labor del dueño del equipo. Muchas veces, no es conocedor
exhaustivo del baloncesto y aglutina en sus manos la labor de otros
profesionales para confeccionar las plantillas, sustituyendo la labor de los ojeadores o los managers
deportivos . Otras muchas veces toman demasiados riesgos con apuestas que acaban siendo un fracaso. Un ejemplo es la gestión de Michael
Jordan, primero como director deportivo de Washington Wizards y ahora como dueño de Charlotte Bobcats. El que fuese uno de los mejores jugadores de la
historia del baloncesto no es ni la sombra de lo que nos enseñó en las canchas
de todo el mundo , y es que sus sonados fracasos han marcado su corta carrera
en los despachos.
Cerrando el artículo
con la clásica pregunta: ¿El dinero da la felicidad? Al menos en la NBA hemos visto
ejemplos que dan un rotundo "no" por respuesta. La NBA es un negocio,
y ya sabemos que para algunos equipos no siempre es rentable.
Eduardo Salán 21
Febrero 2013
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