Como el dicho apremia: "hay
historias que merecen ser contadas", y la de Julius Erving es una de ellas.
Tal vez uno de los mejores jugadores en la historia del baloncesto que se
convirtió en leyenda, y en este artículo descubriremos cómo. Bienvenidos a la
cita con el Doctor J.
Julius Erving nació en 1950 en la
localidad de Long Island (New York). Su padre murió en un accidente de tráfico
cuando él sólo tenía 9 años y su madre se pasaba el día trabajando para
mantener a su familia, mientras Julius se encargaba de cuidar a su hermano
pequeño Marvin.
En aquellas tardes bajo los
rascacielos de la Gran Manzana, el pequeño Julius observaba desde su ventana
las canchas del 'Campbell Park',
donde decenas de niños jugaban al baloncesto. Sin embargo, la lluvia era un
impedimento constante para jugar en las canchas de la calle, por lo que el
joven Erving y un amigo se presentaron en la iglesia del barrio para jugar en
el equipo de baloncesto, conocido como el "Ejército de Salvación".
"Julius y yo éramos los dos únicos
afroamericanos del grupo, pero éramos niños y no notábamos el racismo"
recuerda Archie, amigo de Erving.
Julius Erving ya empezaba a
destacar por su condición física, medía 1'90m pero saltaba como los ángeles.
Pasó a jugar al Instituto Roosevelt donde sería apodado con un mote que sería
su marca para toda la vida: 'The Doctor',
pero ¿cómo surgió el mote? Leon Saunders, compañero de equipo, lo recordaba
así: "En la cancha yo hacía ver que
sabía todas las reglas. Julius me llamaba 'El profesor', y yo le decía ¿Y tú
qué sabes? Tú discutes conmigo...¿Qué eres?...¿El Doctor?". Aquella
broma entre colegas dejaría un legado para la historia.
Los años de Instituto llegaban a
su fin, y Julius no encontraba acomodo para jugar en ninguna Univesidad, de hecho
sólo un ojeador se interesó por el joven de Long Island. Finalmente, recibiría
una llamada para jugar en la Universidad de Massachusetts, donde daría un paso
de gigante en su proyección.
Tristemente, en su periplo
universitario perdería a otro de sus seres queridos. Su hermano Marvin, que
enfermó de lupus, fallecía a los 16 años. Fue un duro golpe para su hermano
mayor, aquel que durante años le había cuidado. Julius rememoraba: "A partir de ese momento, no se enfrentarían a un sólo jugador en la cancha. Llevaría
conmigo el espíritu de mi hermano en cada partido".
En el tercer año de universidad
creció del 1'90 al 1'98 y promedió la friolera de 27 puntos y 20 rebotes por
partido. Sin embargo, Julius no podía exhibirse en esos partidos, por aquel
entonces la NCAA (Liga Universitaria) prohibía el mate, y fue en la famosa
cancha del 'Rucker Park' donde el
joven Erving pudo lucir todo su repertorio.
En los veranos, el famoso parque
neoyorkino organizaba los torneos de baloncesto con los mejores jugadores
callejeros del país. Por allí habían pasado gente de la talla de Wilt
Chamberlain o Connie Hawkins, e iba a ser la graduación perfecta para Erving. Mate tras mate,
alley-opp tras alley-opp, Julius reunió
la mayor multitud en la historia del Rucker. Había gente subida a las
ramas de los árboles, desde los puentes o tejados de las casas, todo el mundo
quería ver a la joya de New York. Le apodaban "La Garra", "El
Moisés Negro" o "El Halcón"
hasta que un día se acercó al comentarista del Rucker y le dijo "Eh, si me tienes que llamar algo, llámame
The Doctor". Ahora los jóvenes espectadores clamaban "The Doctor operará esta noche".
Así recordaba Tom Hoover, ex-jugador
de los New York Knicks, sus encuentros
con Erving: "En una ocasión, yo le cubría
e hizo un mate tan fuerte que el balón me golpeó la cabeza, los dientes se me
cayeron al suelo y el publico rugió. Tuve que recogerlos del suelo y volver a
meterlos en la boca. Eso ayudó a aumentar su reputación".
A principios de los '70
coexistían dos ligas profesional de baloncesto en Estados Unidos: la ABA y la
NBA. El conflicto entre las dos era mayúsculo, la primera era el espectáculo
puro, con un balón tricolor característico, animadoras que amenizaban los
tiempos muertos y todo tipo de circo para el aficionado. Era la liga preferida
para muchos. La ABA quitaba jugadores a la NBA fichándolos directamente del
instituto o en los primeros años de Universidad, precisamente fue así como Julius Erving pasó a formar parte de
los Virginia Squires de la ABA en 1971.
La NBA no se iba a conformar, y
año tras año presionaba para hacerse con los servicios de Erving, toda una
estrella de la liga, pero a la que muchos no habían visto aún. El problema de
la ABA era que los partidos no se televisaban, o ibas a la cancha a verlo en
directo o apenas te enterabas. Todo se transmitía de boca en boca, y la leyenda
del Doctor iba acrecentando de ese modo.
En 1973, Earl Foreman, dueño de
los Virginia Squires, traspasaba a Julius a otro equipo de la ABA: los New York
Nets. Erving volvía a casa, y convertiría al equipo en favorito al título.
"Estaba de vacaciones en Maryland
con mi mujer y los niños y recibí una llamada preguntándome si podía volver a
New York, pregunte '¿Qué pasa?. 'Hemos conseguido a Dr.J' me respondieron. '¡Estaré
ahí en 10 minutos!' dije " recordaba entusiasmado Kevin Loughery, entrenador de los Nets.
Julius Erving era el más molón de
la Liga. Su pelo afro, sus cadenas, su forma de vestir... era el hombre del
momento. "Se convirtió en una figura
de culto. Adonde quiera que fuese, sólo querían ver a Julius" contaba
Rod Thorn, técnico asistente de los Nets.
En aquella primera temporada con
los Nets ganó el campeonato y el MVP. Su influencia en el equipo era total,
"En un partido mi entrenador me dijo:
'¿Sabes qué? Tenía este plan para el partido, y no funciona. Tienes que hacer
algo' " contaba el propio Julius sobre aquellos años.
La temporada siguiente volvió a
ganar el MVP, pero la ABA empezaba a agonizar. La NBA se posicionaba como la
única liga en el país. La solución para la ABA pasaba por fusionarse o
desaparecer. De hecho, era Doctor J.
el que mantenía la maquinaria de la liga a flote. En 1976, la liga se redujo a
7 equipos. En esa temporada, Julius consiguió su tercer título de máximo
anotador, su tercer MVP y un nuevo campeonato. Ese mismo verano, la ABA no tuvo
más remedio que fusionarse con la NBA, que absorbió cuatro franquicias, entre
las que estaban los Nets.
Sin embargo, el equipo de New
York no pasaba por un buen momento económico y se vieron obligados a traspasar
a Erving a Philadelphia 76ers, que iba a ser su nueva casa durante los próximos
diez años.
El fichaje de Julius Erving por
la NBA le llevaría a otro nivel. Por fin todo el mundo podría ver sus hazañas
por la televisión, aunque la liga no pasaba por un buen momento en cuanto a
jugadores y espectáculo por lo que Doctor
J. se puso manos a la obra para revitalizar el espíritu de la mejor liga de
baloncesto del mundo.
"Bueno, no necesitamos a estos tíos porque no juegan el verdadero
baloncesto" clamaban las voces más críticas sobre la llegada de los
jugadores ABA a la liga. Sin embargo, fue todo un impulso para la NBA. "Volvías al instituto y les decías a tus
compañeros: ¡¿Visteis eso?! ¿Lo visteis?; Ni siquiera te acordabas del
resultado, ¿Viste las jugadas que hizo? " recordaba entusiasmado Magic
Johnson sobre la espectacularidad de Doctor
J.
Su nuevo equipo, los 76ers, era
un conjunto plagado de estrellas. Contaban con jugadores como Doug Collins,
Darryll Dawkins o George McGinnis. "En
nuestro equipo, el primero que la cogía, tiraba. Jugábamos baloncesto callejero"
decía Dawkins. Y fue Erving el que se sacrificó cambiando su forma de jugar
para ser más generoso por el bien del equipo, aunque no sería suficiente.
En 1977 llegaban a la Final donde
se enfrentaban a los Portland Trail Blazers de Bill Walton. Con una ventaja de
2-0 en la eliminatoria, todo parecía cantado para los Sixers, pero una pelea en
el segundo partido fue el punto de motivación para los de Oregón. "Portland lo uso para unirse como equipo,
mientras que nosotros nos separamos" recuerda Doug Collins. En el
sexto partido, con los Sixers al borde la eliminación, tenía que aparecer la
figura del Doctor y así fue: anotó 40 puntos en el partido. Sin embargo, con uno
abajo en la última posesión deberían anotar para no perder el título.
Sorprendentemente, el entrenador de los Sixers dio la bola a George McGinnis
para tirar el último lanzamiento, que erró. Los Blazers se proclamaban
campeones de la NBA y nadie entendía que no se la hubiese jugado Erving. El
título se alejó, pero la popularidad del jugador seguía en ascenso.
"Los partidos contra Doctor J eran como Woodstock" recuerda
Bill Walton. El de Long Island ya no tenía el pelo afro, pero no sería sumiso
al mito de Sansón, y en 1980 se plantaban de nuevo en la Final de la NBA, donde
se encontrarían con un inmenso novato que recaló ese año en los Lakers. Magic
Johnson ganaba la Final para el equipo angelino mientras que los Sixers
volverían a saborear el fracaso.
La temporada siguiente, en 1981,
Julius firmó una campaña espectacular convirtiéndose en MVP de la temporada.
Sin embargo, igual que Magic un año antes, otro de los iconos que dominarían
los '80 se cruzaría en su camino: Larry Bird y sus Boston Celtics apearon del
camino del título a los de Philly. La historia se repetiría en 1982, donde
caerían de nuevo ante Los Angeles Lakers en la gran Final.
Las voces más críticas empezaban
a caer sobre Doctor J: "Al final, si
ganas un campeonato como jugador de la NBA estará contigo para siempre, si no,
siempre serás visto como un perdedor". Pero la mayoría coincidían en
que "No es cuestión de lo bueno que
eres, es cuestión de lo bueno que es tu equipo" y que "no
puedes tener sólo a un tío, necesitas algo de ayuda". Dicho y hecho,
ese verano los Sixers fichaban a Moses Malones, uno de los jugadores más
dominantes de la liga y que además se complementaba a la perfección con Erving.
Con esa dupla de oro, los Sixers
firmaron el mejor récord de la temporada 1982/1983 y llegaban a la Final donde
tendrían su oportunidad de revancha frente a los Lakers. "Nunca he visto a todo el país animando a un
sólo tío, por lo que había sido para la liga y lo que había hecho por el
baloncesto" decía Magic sobre aquel duelo. El tiempo por fin fue justo
con El Doctor J y conseguiría su
ansiado título: "Fue un gran alivio.
Como un ladrillo que estaba sobre tu cabeza esperando a golpearte, y de repente
ya no estaba allí".
Después de subir a la cima,
Julius Erving notaba como el tiempo iba desgastando su físico y en el Otoño de
1986 anunciaba públicamente que esa sería su última temporada como jugador de
la NBA. Así, por cada pabellón al que iba a jugar recibía un merecido homenaje.
Todo el mundo pudo agradecerle tantos años de espectáculo.
Una vez retirado las siguientes
generaciones le rendían pleitesía: copiaban sus movimientos, imitaban sus
gestos... De hecho, él fue el jugador referencia para el que después se convertiría
en uno de los mejores de la historia, superando a su maestro, Michael Jordan.
"Cambió el juego de una forma en la que mucha gente no se dio cuenta.
Como ejemplo, si alguna vez has oído a Michael Jordan, él siempre dice que
admiraba e intentaba ser como Doctor J. Por lo tanto si no existiese Doctor J,
Mike no tendría a nadie a quién admirar, así que no tendríamos a Mike o a tíos
como yo que le admiramos" declara LeBron James.
Ya fuera del ámbito
baloncestístico, el apellido Erving volvería a ser noticia. En el año 2000, la
tragedia se colaba de nuevo en la vida del Doctor
J cuando su hijo Cory, de 19 años, fallecía en un accidente de coche. Su
hijo fallecía a la misma edad que tenía él cuando perdió a su hermano. Todo le
era tan similar, aunque a la vez tan doloroso. Aquel repentino golpe rompió los
lazos con su esposa, incapaces de convivir tras el duro mazazo.
"Me gusta pensar que los mejores días de mi vida están por venir"
declaraba recientemente Doctor J. .Julius
Erving se ve en el espejo y mira hacia delante. El resto que lo ve, mira hacia
atrás. Fue la superestrella más molona que jamás haya existido y el icono al
que todavía se aferran tantos. "Él
era la ABA. Revitalizó la NBA...Señoras y señores, Doctor J" fueron
las palabras del speaker de los Nets
cuando inmortalizaron su camiseta en el techo del pabellón.
Este es un pequeño homenaje a la
memoria de un pionero que revolucionó el juego. "Ese hombre es amado universalmente. Este maravilloso artista que tenía
el regalo definitivo: hizo feliz a la gente" añadía Bill Walton. Espero
que "La cita con el Doctor J"
les haya sido placentera.
La información de este artículo está recogida del documental
"The Doctor" emitido por NBA TV.
Edu Salán
25 Octubre 2013
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