La década de los '90 nos dejó rivalidades
históricas en la mejor liga del mundo. Desde los Bulls de Jordan frente a los
"Bad Boys" de Detroit o los Seattle Supersonics de Kemp y Payton
contra los Phoenix Suns de Barkley, pero la rivalidad entre New York Knicks e
Indiana Pacers tal vez sea de las más recordadas por la dureza que se empleaba
en cada partido y las actuaciones para la historia de sus estrellas. En este artículo ahondaremos en esa rivalidad
centrándonos en la figura de Reggie Miller.
Metidos en la década de los '80,
tanto New York como Indiana pasaban una mala época en cuanto a resultados, pero
el amor por el baloncesto era patente en ambas ciudades. El baloncesto purista
de Indiana frente al baloncesto callejero de la Gran Manzana. "Toda pequeña ciudad del estado de Indiana
disponía de un equipo de baloncesto, y durante los torneos , las ciudades se
cerraban al público. Peluquerías, farmacias..todo se cerraba para que la gente
fuese al pabellón" contaba Bob Leonard, comentarista de Indiana
Pacers.
A más de 1.000 km de distancia,
se encontraba la Gran Manzana, ciudad de rascacielos, de modernidad, de los
parques de baloncesto callejeros donde habían nacido las grandes leyendas de
este deporte. Los neoyorkinos para despreciar a los de Indianápolis la llamaban
"Indianadie lo conoce". Eran dos polos puestos, el paleto de pueblo
contra el hombre de ciudad, el juego rural frente al juego urbano.. Toda esta
rivalidad no tardaría mucho en trasladarse a la cancha.
1985, unos Knicks de capa caída
obtienen el premio gordo: el nº1 del Draft, y no iba a ser otro que Patrick
Ewing. Con esa elección pasaban de perdedores a infundir a la ciudad de Nueva
York la esperanza en todos sus rincones. Tal fue la fiebre que en apenas días
se vendieron todos los abonos de la temporada e incluso tan sólo unas horas
después del Draft ya vendieron más de 5.000 entradas. El pívot de origen
jamaicano de la Universidad de Georgetown era el Elegido para llevar a los
Knicks a lo más alto de la cima.
El camino en Indiana fue algo más
arriesgado. En 1986 habían contratado a Donnie Walsh como nuevo General Manager
y tuvieron en 1987 una buena posición en el Draft. Todo apuntaba a que el
elegido por los Pacers sería Steve Alford, ídolo local y máximo anotador de la
historia de la Universidad de Indiana, pero todos vieron como Walsh elegía a un
desconocido escolta procedente de UCLA en el nº 11, su nombre: Reggie Miller.
Aquella decisión amargaría la vida de Walsh durante los primeros meses, llegando
incluso a ser amenazado de muerte por no elegir a Alford, que acabaría en
Dallas Mavericks. Pese a todo, el tiempo le daría la razón.
Reggie Miller, igual que Ewing en
los Knicks, llegaba como la gran esperanza. "Sabía que habría expectativas, que me observarían con lupa, pero eso
era lo que quería". Sin embargo, los comienzos no fueron fácil para el
jugador californiano, que era más conocido por ser el hermano de Cheryl Miller,
tal vez la mejor jugadora de todos los tiempos. "Le machacaba, me encantaba machacarle. Reggie era tan repelente"
recordaba Cheryl sobre la convivencia con su hermano.
El bueno de Reggie quería hacerse
su propio nombre y despegarse de "ser el hermano de". Un día, jugando
para la Universidad de California (UCLA) , Miller se salió. Anotó 40 puntos en
aquel partido. Tras acabar se subió al coche junto a su padre y su hermana, y
emocionado vacilaba "Les hemos dado
una paliza, ¿Y sabes qué Cheryl?...He metido 40 puntos, me he salido! "
a lo que Cheryl contestó: "Yo he
metido 105". Esa misma noche, mientras el hermano lograba uno de sus
mejores partidos, la hermana mayor batía el record del Estado de California en
un partido. Reggie siempre ha reconocido que su hermana era imbatible, y que
ese carácter le enseñó a salir siempre con agresividad y garra a la cancha.
Aparte de su faceta como anotador
y triplista consumado, Reggie era el mayor provocador en una pista de
baloncesto. "Era capaz de sacar de
quicio al mismísimo Michael Jordan. Era el mejor" decía Ahmad Rashad,
comentarista de televisión. O el propio Reggie Miller afirmaba: "El 70% de lo que digo en la cancha lo empleo
para motivarme, el 30% restante para ver si puedo comerle la cabeza al
contrario".
Con dos jugadores que se
convertirían en estrellas, sólo faltaba alguien que los manejase. Pat Riley se
convirtió en el nuevo entrenador de los Knicks, mientras que Larry Brown hacía
lo propio con los Pacers. Riley imprimía esa dureza y garra al conjunto
neoyorkino: "Esta noche vamos a
ganar algo: o el partido o la pelea" contaba Greg Anthony, jugador de
los Knicks, mientras que Brown convertía a todos en un solo jugador, en un
equipo: "En los partidos era
insoportable, pero en cierto modo nos estaba cohesionando como equipo porque
todos decíamos: no soportamos al entrenador, pero tenemos que jugar bien"
recordaba Reggie.
Los dos equipos ya estaban
preparados para asaltar el podio, y más al inicio de la temporada 93/94 cuando
Michael Jordan colgaba las botas por dos años. El que había sido el instigador
por antonomasia derrotando a todo rival durante los últimos años decía adiós
por un tiempo, abriendo el cielo para
New York e Indiana.
Ese mismo año se vieron las caras
en la Final de la Conferencia Este. Una serie al mejor de siete partidos a cara
de perro por hacerse un hueco en la gran final de la NBA. New York ganó los dos
primeros partidos, pero pronto Indiana contrarrestó empatando la serie. Con el 2-2
en la eliminatoria, el Madison acogía el quinto partido, y un personaje que no
era jugador de baloncesto sería el protagonista de aquella noche: Spike Lee. El
cineasta ya era conocido en toda la Liga por picar a las estrellas rivales
desde la grada animando a su equipo, los Knicks de New York. "Cuando juegan las estrellas en NY no sólo
quieren ganar, sino cerrarle el pico a ese bocazas" añade Ahmad Rashad.
Ese día no iba a ser menos, y el
bueno de Spike centró su burla en la estrella de los Pacers: Reggie Miller.
"Hicimos una apuesta, si ganaban mis
Knicks, Reggie tendría que visitar a Mike Tyson a la cárcel de Indianápolis. Si
ganaban los Pacers, tendría que dar a la esposa de Reggie un papel en mi próxima
película" recordaba Spike. Parecía que al principio el pique desconcentraba
a Miller, y con una ventaja considerable en el marcador, los Knicks afrontaban
el último cuarto con medio partido en el bolsillo. Las burlas seguían, ahora el
estadio coreaba el nombre de Cheryl para reírse de su hermano. Sin embargo, el
talento de Reggie estaba aún por explotar. A cada palabra de Spike Lee le
seguía un triple de Miller acompañado de una mirada penetrante. Indiana remontó
y acabó ganando aquel partido con 25 puntos de Reggie Miller en el último cuarto.
Miller miró a Spike y con una mano le hacía el gesto de ahorcado, mientras que con
la otra se agarraba la entrepierna. A Spike no le sentó nada bien, Reggie había
callado al "bocazas".
Tras ese partido, Indiana se
adelantaba 3-2 en la Final y toda la ciudad echaba la culpa al director de cine
por la derrota. Las portadas de los periódicos de la Gran Manzana clamaban:
"Cierra el pico". Sin
embargo, no había tiempo para llorar y la serie viajaba a Indianápolis para un
sexto partido clave, que podía ser el final de la temporada para los Knicks y
el pase a la Final de la NBA para los Pacers.
Spike Lee viajó a Indiana para
ver el partido en primera fila. El público se centró en Spike para molestarle
todo lo posible, desde tirarle la gorra hasta carteles con "Mi perro se llama Spike", e incluso
una empresa de venta de coches despidió a uno de sus empleados por haberle
vendido en la reventa las entradas al director neoyorkino. Spike se salvó de la
quema y sus Knicks lograron la victoria en aquel partido para forzar un séptimo
y definitivo encuentro. John Starks, una de las estrellas neoyorkinas, se
acercó para dar un abrazo a Spike después del partido. El optimismo volvía a
las calles de la gran ciudad.
El 7º partido no tuvo mucha
historia, y los locales se impusieron a los Pacers. Reggie lloraba desconsolado
tras el partido, sabedor de que había perdido el primer combate de una guerra
que aún no había acabado. Los Knicks pasaron a la Final, aunque perdieron tras
siete intensos partidos frente a los Houston Rockets de Hakeem Olajuwon.
Tras el parón veraniego, los dos
equipos volvían a ser contendientes en la Conferencia Este. Indiana se reforzó
con Mark Jackson. El que es actualmente entrenador de Golden State Warriors
había salido muy mal parado de su año en New York, y los Pacers necesitaban de
alguien que tuviese ganas de hacer picadillo a los Knicks como la tenían el
resto de compañeros. Mark Jackson pronto se convirtió en un jugador importante
en el equipo, aparte de ser el motivador de Reggie Miller, que encontraba en el
base alguien que le encendía el fuego competitivo con sus palabras.
En la temporada siguiente el
destino volvía a juntar a los dos equipos en Play Offs, esta vez en las
Semifinales de la Conferencia, y ya en el primer partido se vivieron cosas
alucinantes.
A falta de 18 segundos, el
Madison celebraba la victoria de su equipo que iba seis puntos arriba en el
marcador. Entonces, Reggie anotó un triple, y tras el saque de fondo del rival,
robó el balón, se dio media vuelta hasta la línea de tres y anotaba otro triple
que empataba el marcador en apenas segundos. Tras este, John Starks fue objeto
de falta e inexplicablemente fallaba los dos tiros libres, a lo que Reggie
Miller respondía anotando los dos libres en la otra cancha tras recibir una
falta en el rebote. La cara de incredulidad en el Madison era latente, "Habíamos estado allí entrenando cuando sólo
estaban los conserjes y no había tanto silencio como entonces"
recordaba Greg Anthony. La ciudad enmudeció ante la gesta de Reggie Miller.
La serie continuaba e Indiana
llegó a adelantarse por 3-1 en el marcador. Reggie tuvo un triple para ganar el
quinto partido, pero erró. La serie llegó a un séptimo encuentro. La historia
brindaba a los Pacers la posibilidad de vengarse de la derrota de la temporada
anterior, y el baloncesto volvería ser espectáculo aquella noche, aunque con
suerte dispar. Patrick Ewing falló una bandeja aparentemente cómoda sobre la
bocina e Indiana ganó el partido y la eliminatoria. "Din-don, la bruja ha muerto. Din-don, la bruja
ha muerto" relataba exaltado uno de los comentaristas de Indiana. Los Pacers conseguía el pase a la Final de Conferencia, aunque caerían frente a
Orlando Magic.
Fue la historia de una rivalidad, la historia
de la lucha entre titanes. "Para
Reggie el duelo Indiana vs New York era de proporciones bíblicas. Indiana, la
ciudad sagrada, contra New York, Sodoma y Gomorra". Y sin duda, aquel
espíritu de lucha y de victoria vistió de gala a dos equipos que nos brindaban
cada noche un espectáculo para recordar. "Al final, Reggie se superó a sí mismo" contaba su hermana.
Este artículo está basado en el documental "WinningTime, Reggie
Miller contra los New York Knicks" dirigido por Dan Klores, y que podéis
disfrutar en la sección 'Vídeos' del blog.
Edu Salán 9 Octubre 2013
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