"La clave para la inmortalidad es principalmente vivir una vida que valga la pena recordar" esta frase de Bruce Lee retrata el éxito y el fracaso, retrata la historia más allá del mito, y es que hay historias que merecen la pena ser contadas, y esta es una de ellas. La historia de Benjamin Wilson, un joven jugador de Chicago cuya pasión era el baloncesto. "Ben Wilson es mucho más que un jugador de baloncesto. Siempre nos quedará ese: ¿Y si hubiera vivido?..."
El 18 de Marzo de 1967 nace Benjamin Wilson en un barrio del sur de Chicago conocido como "Chinatown". Era un barrio tranquilo y próspero. Los padres de Ben se pasaban todo el día trabajando hasta que en 1974 se divorciaron. Su hermano mayor, Curtis, era el encargado de cuidar al pequeño Benji, que desde pequeño ya mostraba su interés por el deporte de la canasta: "Teníamos que vigilar a Ben desde el porche mientras jugaba al baloncesto encestando en una papelera" rememora uno de los amigos de Curtis. En aquella época Chicago respiraba baloncesto. "Vivíamos en un barrio donde se jugaba al baloncesto desde el amanecer hasta el anochecer" recuerda Doobie Grant, amigo de Benji.
Benjamin Wilson era un chico espabilado y algo travieso: "En cuanto la Sra. Wilson metió a Benji en St.Dorothy, tan sólo tres semanas después ya había sido expulsado. Acababan de estrenar la película El Zorro y fue marcando con una Z a todos los niños pequeños del colegio" cuenta Darrin Andrens, amigo de la infancia.
"Durante aquellos años, Chicago era sin duda la ciudad más propicia para el baloncesto" afirma el periodista Michael Wilbon. Jugadores como Isiah Thomas, Maurice Cheeks, Doc Rivers o Tim Hardaway, todos nacidos en la Ciudad del Viento, habían logrado la fama en la NBA. Y este legado se plasmaba en las pistas callejeras de la gran ciudad donde el pequeño Ben imitaba lo que allí observaba: "Íbamos a muchos sitios sólo a mirar. Cuando veía hacer algo bueno a alguien me decía: '¡Venga vamos al gimnasio!', y allí se ponía a practicar lo que había visto una y otra vez de forma incansable" cuenta su amigo Teri Sampson.
Antes de empezar el Instituto, Benjamin entró en el equipo de baloncesto para los jóvenes de viviendas de protección oficial. En el "Dinasty" tuvo sus primeros contactos a nivel más competitivo con este deporte y, sin duda, fue una vía de escape para la delincuencia callejera. "El baloncesto nos mantuvo alejados de muchos problemas" dice R.Kelly, uno de aquellos compañeros del Dinasty.
Sin embargo, a finales de los '70, el ascenso de las bandas callejeras en Chicago afectó también a los barrios más tranquilos hasta entonces, como era Chinatown. "Tenía facilidad para juntarse con malas compañías" cuenta su hermano Curtis, pese a que Ben se pasaba prácticamente el día entero entrenando.
Ben siempre había querido ir al Instituto Simeon, un instituto deportivamente potente, exigente académicamente y seguro para los alumnos. Y así fue, Ben ingresó sin mayores problemas en el Simeon, pero en el baloncesto el camino no sería tan sencillo. Benji medía 1'78m y jugó de base suplente el primer año, aunque esta situación se tornaría por completo al año siguiente.
"Recuerdo que mi madre nos dijo que nos pusiéramos espalda con espalda para ver quién era más alto, y no se notaba la diferencia, pero al final de aquel verano cuando hablaba con Benji tenía que mirar hacia arriba" recuerda Curtis. Benji pasó a medir 1'95, lo que le proporcionó una evolución espectacular en su juego, pero al empezar el 2º año ni siquiera estaba en el equipo de baloncesto.
Bob Hambric se había convertido en el nuevo entrenador de los Wolverines de Simeon y no creía que Ben tuviese la técnica y la madurez suficientes para encajar en su rígido sistema de juego. "Solían llamarnos los robots porque el entrenador Hambric quería que hiciésemos todo perfecto" cuenta Tim Bankston, compañero de equipo.
Finalmente, el propio Tim y otro compañero, que eran amigos de Benji, convencieron a Hambric para que le diese una oportunidad. Desde el primer entrenamiento, el jugador impresionó al entrenador y tras el partido inicial ya se convirtió en titular indiscutible del equipo. Aquel entrenador que no quiso contar con un joven Benji, ahora no podía jugar sin él. "Cuando iba cogiendo confianza, su éxito iba en aumento" afirma Teri Sampson, compañero de equipo.
Ese año Ben había alcanzado los 2'00m de estatura. "Era como si estuviese jugando con niños. Anotaba bandejas, mates, tiros en suspensión... hacía que todo pareciese fácil y de una forma elegante" describe Curtis.
A la vez que el fenómeno Benji crecía en la ciudad, también lo hacía la violencia en las calles. De hecho, Benji y sus amigos tuvieron pequeños roces con una banda que invadió Chinatown, pero Ben era el protegido: "Nadie dejaba que Benji se metiera en ningún lío" comenta su amigo Mario Coleman.
La temporada para los Wolverines iba viento en popa, destrozaban a los rivales sin mayores problemas. En el partido contra el Instituto Farragut, perteneciente a otro barrio de Chicago, la tensión en las calles se trasladó a la cancha de juego. "Las gradas se vaciaron, bajó todo el mundo a la pista y empezó a pegar a nuestro equipo" narra su compañero Rodney Hull . El árbitro acabó suspendiendo el partido cuando Simeon iba tan sólo uno abajo en el marcador después de remontar el partido. "Benji estaba en un rincón riéndose, le dije: ' ¿De qué te ríes? y me contestó: 'Estos tíos están locos, nos quieren zurrar porque les íbamos a ganar'. Así era de gracioso, era su forma de ser. Si había que sufrir problemas, mejor tomárselos con buen humor" recuerda entre risas Teri.
Aquella derrota no empañaba la labor de un equipo que iba camino del título nacional, siempre liderado por Benji: "Tenía presencia, tenía personalidad y era atractivo. Lo tenía todo para ser una superestrella" afirma el rapero Common. Pese al alto grado de fama que el joven Wilson había alcanzado, se mantenía humilde y con los pies en el suelo: "Quiero triunfar y hago todo lo que sea necesario para alcanzar el éxito. Cuando llego a casa hago los deberes y vuelvo a clase. Así funciono" contaba Ben en una entrevista.
Los Wolverines se plantaban por primera vez en su historia en un Torneo Final para luchar por el Campeonato Nacional. En las semifinales se encontrarían con un escollo muy duro: West Aurora liderados por Kenny Battle (ahora ex-NBA) que protagonizó un duelo a cara de perro con Wilson. "Hablaba constantemente de los bueno que era, se acercaba y te decía: ' La voy a machacar en tus narices', y luego Benji le replicaba con lo mismo" cuenta su compañero Doobie Grant. Aquel partido lo terminó ganando Simeon para colarse en la final estatal.
Allí esperaba Evanston, con su estrella Everette Stephens (también ex jugador NBA), que partían como claro favorito frente a los Wolverines. Benji apenas pudo jugar en aquel partido por problemas de faltas, pero el empuje de sus compañeros consiguió batir a Evanston. De tal forma, Simeon se convirtió en Campeón Estatal por primera vez en su historia.
Si la fama de Benji había crecido antes del torneo, con esta victoria alcanzó cuotas estratosféricas: "Harold Washington, Oprah Winfrey, Walter Payton, Michael Jordan...y Ben Wilson. Un chaval de un instituto en esa galaxia, camino de entrar en un grupo de élite de personas famosas" recuerda aún sorprendido el reverendo Jesse Jackson.
Tras finalizar la temporada, Ben siguió jugando al baloncesto aquel verano. Primero, en las Ligas Juveniles de Chicago y en los torneos con los mejores jugadores de Illinois, y en ambos arrasó: "Todo el mundo intentaba copiar sus movimientos" cuenta Tim Hardaway. Después a nivel nacional fue invitado al Campeonato de Atletas para una Educación Mejor, evento organizado por Sonny Vaccaro, el cazatalentos que recomendó a los Bulls fichar a Michael Jordan.
"Ben Wilson era mi Kevin Garnett, mi Tracy McGrady, mi Kobe Bryant, mi LeBron James... él me abrió los ojos y se los abrió al mundo del baloncesto porque él era el verdadero fenómeno que no se había descubierto" recuerda Sonny. De aquel campeonato salió como nº 1 del país y antes de encarar su último año de instituto, cientos de universidades llamaban a la puerta de los Wilson: "Todos querían a Ben, el mejor jugador de instituto de la historia. Había entrenadores en su casa todo el día. Un entrenador salía por la puerta de atrás y entraba otro por la principal" cuenta Kenny McReynolds, entrenador asistente de la Universidad DePaul.
Todo sonreía para Benjamin Wilson. Ese verano tuvo un hijo con su novia Jetun Rush al que llamaron Brandon, y Simeon había fichado al futuro NBA Nick Anderson para completar una plantilla de lujo, una plantilla que tenía capacidad para ganar otro campeonato estatal de forma consecutiva, algo que nadie había hecho en Chicago, pero esa felicidad apenas duraría unas semanas.
El 20 de Noviembre de 1984 el futuro de la superestrella del baloncesto se fundiría en negro. Tras asistir a clase, Ben acompañaba a su novia a la parada del autobús, los dos discutían acaloradamente cuando Ben tuvo un encontronazo fortuito con un joven que esperaba en la acera junto a otro amigo. La situación se volvió cada vez más violenta con continuas amenazas por parte de los dos hasta que Ben se abalanzó sobre el otro después de que éste le enseñase la pistola que llevaba en el cinturón. No dio tiempo a más, cuando Benji se tiró a por el joven, éste sacó su revólver y asestó dos tiros a Wilson. Rápidamente sus amigos vinieron a socorrerle mientras los dos jóvenes huían de la escena. "Me dijo con la respiración entrecortada: 'Sí, estoy bien'. Le quité la mano y vi que tenía un agujero en el abdomen y otro en la ingle" recuerda Teri.
La ambulancia tardó en llegar, además el Hospital St. Bernard, que era el más cercano y al que la ambulancia estaba obligada por ley a llevarlo, no tenía unidad de urgencias ni cirujanos por la tarde. Pasaron más de dos horas hasta que empezaron a operarlo. "Salió un chorro de sangre. Me saltó la cara. Tenía tanta presión en la cavidad abdominal que la sangre me ha saltado por encima de la cabeza" narraba a la televisión el cirujano del hospital.
Toda una ciudad aguardaba la recuperación de Benji, pero esta nunca llegó. "A mi hijo no le está llegando oxígeno al cerebro, tiene los pies fríos. Sé que no va a sobrevivir" relataba Mary Wilson, su madre. A las 5 de la mañana, la Sra. Wilson tomó la decisión de desconectar a Benji de la respiración artificial que lo mantenía con vida. "Si vive será un vegetal porque no le llega sangre al cerebro. Lo importante no es cuánto tiempo vives, sino lo bien que vives" explicaba su madre.
Aquella noche mientras el corazón de Ben dejaba de latir, los dos jóvenes culpables del crimen fueron arrestados por la policía: Billy Moore, de 16 años, fue el que disparó las dos balas sobre el cuerpo de Ben, y Omar Dixon, de 15 años, nieto de la leyenda del blues Willie Dixon, era el amigo que le acompañaba.
Los dos fueron juzgados como adultos y condenados a prisión. Billy Moore fue condenado a 40 años de cárcel, mientras que a Omar le cayeron 30 años. El primero justificaba así su crimen: "Cuando Ben se abalanzó sobre mí recordé lo que me decía mi abuelo: 'Nunca se te ocurra sacar un arma a alguien si no la vas a usar'. Yo no quería ser la persona que le robara su sueño, y lo siento, lo siento mucho".
Billy Moore cumpliría 19 años de esos 40 y actualmente trabaja en una organización que ayuda a ex presidiarios a encontrar trabajo y empezar un nueva vida. En 2009 recibió un homenaje de la Casa Blanca en el que su historia se presentó como modelo de rehabilitación ejemplar. Por su parte, Omar Dixon recibió la libertad condicional tras cumplir la mitad de su condena. Ahora cumple una de 40 años en una cárcel de Illinois tras ser condenado por intento de robo a mano armada en 2007.
"Era una tristeza increíble, como si hubiese una gran nube negra sobre la ciudad" recuerda Jimmy Collins (entrenador de Illinois). En una ciudad marcada por la violencia callejera, Ben sólo era la víctima número 669 de aquel año, pero su repercusión social no calló a una ciudad con expectativas de paz.
A la mañana siguiente, Mary Wilson se presentó en el instituto Simeon para hablar a los alumnos y compañeros de su hijo: "Él demostró en su corta vida de 17 años dignidad y respeto hacia sí mismo. Esa es la forma en la que quiero recordarle hoy, como un joven que puso sus miras muy altas y que llegó a alcanzarlas" afirmaba su madre entre lágrimas.
"Cuando volvimos a casa, los medios de comunicación no tuvieran piedad. Jesse Jackson le proporcionó refugio a mi madre para evitar a los periodistas" cuenta su hermano Curtis. El funeral de Ben se celebró en la sede del reverendo Jackson: "Miré hacia un lado y Ben estaba en la televisión haciendo uno de sus mates espectaculares, miré al otro y estaba en el ataúd con su uniforme puesto...aún me sigue doliendo" recuerda el propio Jackson. A él asistieron más de 10.000 personas, un acto multitudinario que no sentó muy bien a la familia Wilson: "Había tanta gente que no teníamos ni un momento para pensar en él porque todo parecía un circo" opinaba Curtis al respecto. Sin embargo, esas 10.000 personas que abarrotaban el cementerio de Chicago reflejaban el cariño de una ciudad entera volcada con Benji. "Esta gente no lo conoce y llora, las mujeres lloraban por él, qué bárbaro...era el Mesías" rememora su amigo Wayne Harris.
Cuando se apaciguaron los ánimos tras la inesperada muerte de Benjamin Wilson, su madre Mary se convirtió en la voz pública de Chicago en la lucha contra las armas y recaudando dinero para adolescentes necesitados. Unos meses después del asesinato de Ben, y coincidiendo con el cumpleaños de éste, Mary rodeó el Ayuntamiento de la ciudad con 17.000 firmas que exigían un control más riguroso de las armas de fuego. Además, demandó al Hospital St. Bernard por haber tardado tanto en atender a su hijo y consiguió cambiar el reglamento que obligaba a las ambulancias a trasladar al herido de bala al hospital más cercano aunque éste no tuviese servicio de urgencias, algo que salvó la vida de decenas de jóvenes en los años siguientes.
Mary Wilson falleció en el año 2000 después de trasladarse a Mississippi junto a su familia . Brandon, el hijo de Ben y Jetun, se graduó en el Instituto en 2002 y siguió jugando al baloncesto en la Universidad de Maryland Eastern Shore.
Benjamin Wilson pasó a la memoria de una ciudad y de un equipo de baloncesto que le rendiría homenaje los años siguientes. Por ejemplo, se convirtió en tradición que el mejor jugador del equipo llevase el 25 en la camiseta en honor a Benji, como lo hizo la superestrella Derrick Rose, que llevó al título a Simeon 22 años después de que lo hiciese Wilson. La última perla en salir de los Wolverines ha sido Jabari Parker, que será una de las caras más conocidas de la NBA en pocos años. "Yo llevé el 25 durante todo mi carrera universitaria y profesional. Lo hice por Benji, por la persona que era y lo que significaba para mí como amigo" recordaba el ex jugador de la NBA y amigo Nick Anderson.
Benjamin Wilson es el héroe popular, el mito en la memoria de Chicago, la promesa no realizada, el sueño truncado ... "Ben Wilson es mucho más que un jugador de baloncesto. Siempre nos quedará ese: ¿Y si hubiera vivido?... Habría sido el tío más grande de la historia de esta ciudad" Scoop Jackson, periodista.
Información recogida del documental "Benji" emitido por ESPN.
Edu Salán 17 Diciembre 2013
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